15 dic 2012

CARTA A MIS AMIGOS DE ESPAÑA 2ª Parte.



Esta es mi segunda entrada en mi Blog, tal como os prometí. Si encontráis algún paralelismo o parecido a nuestra realidad espero que esto os sirva para reflexionar.
Existió hace ya muchos años un hermoso y lejano País, más allá de los mares conocidos, rodeado de impresionantes montañas, lagos y llanuras sin fin, habitado por un pueblo feliz. Con sus estructuras familiares, sus creencias, su cultura y su propia lengua. Tenían, como debe ser, sus mandatarios que organizaban sus vidas y velaban por ellos, estos no eran perfectos ni infalibles, pero su pueblo los veneraba y respetaba y a cambio ellos los amaban, guiaban y protegían.
Una historia de miles de años en el que los pobladores de este pequeño y aislado País vivieron  con un nivel de vida humilde pero suficiente, tenían todo lo estrictamente necesario, pero sobre todo eran muy, muy felices.
Bien, este País, a sabiendas de que los extranjeros acabarían trayendo la desgracia a su pueblo, prohibió durante muchos años la entrada de cualquier extraño a su bonito y tranquilo Edén.
Pero la ambición y el deseo de poder de los humanos no tiene limite, y un día hace mas de 50 años, su vecino mas temible y poderoso, decidió sin ninguna lógica que aquel pedazo  de tierra debía pertenecerle y para ello no encontró otro camino para reivindicar sus viles derechos, que el de invadir con sus poderosas armas a aquel inofensivo y acogedor pueblo.
Intentaron convencerles que el único camino para conseguir el progreso y la calidad de vida que ellos tenían y que aquellos infelices nunca tuvieron ni envidiaron, era el estar a su lado, ya fuera pacíficamente o sucumbiendo al poder destructivo de su armamento.
Solo unos pocos valientes plantaron cara a aquellos bravucones y violentos invasores, y como podéis imaginaros fueron aplastados sin esfuerzo y para escarmiento de los demás habitantes del país destruyeron la mayor parte de sus símbolos religiosos y apresaron, condenaron y ejecutaron a todos los dirigentes y mandatarios de aquella hasta entonces pacifica comunidad.

 El autor de este escrito, enfrente del Palacio de Potala en Lhasa (Tíbet)

Bueno, la mayoría quizás ya habréis imaginado que estoy hablando del Tíbet. Un país que tengo el inmenso placer de  conocer, al que respeto, y con el que me siento identificado y solidario. Con una impresionante y salvaje naturaleza, y la amabilidad y hospitalidad de sus gentes.
Si la invasión de sus vecinos los chinos fue arrasadora, criminal y desigual, a pesar del balance que dejaron de mas de 5000 monasterios destruidos, miles de monjes pasados por las armas, otros tantos campesinos, niños y mujeres asesinados vilmente, Khampas perseguidos hasta la muerte, solo en Lhasa en el año 1959 mas de 90000 muertos, por no decir los cientos de presos y torturados. Y los más afortunados los que pudieron exiliarse y huir a los países vecinos, Nepal, India, Sikkim etc. Donde estos últimos pudieron conservar sus creencias y salvaguarda lo poco que pudieron de su cultura milenaria, lejos de su amada tierra.
Lo que vino después de los que esos señores de la guerra llamaron tiempos de paz y prosperidad, son a mi juicio todavía peor que la propia guerra.
En el año 2003 estuve 20 días en el Tíbet, pude comprobar en primera persona todo el mal que aquellos descerebrados chinos hicieron a este increíble país, les estaban imponiendo su particular forma de vida “Chinizar” a los tibetanos (¿os suena?). O lo que es lo mismo aplicar su personal Revolución Cultural China.
Les prohibían expresarse en su idioma. Les impedían expresar su adhesión a sus antiguos lideres espirituales, hasta el hecho de que encontrar en su poder imágenes del Dalai Dama era severamente castigado. Demolieron sus barrios típicos para construir grandes avenidas o fríos edificios en donde poder emprender el asentamiento a gran escala de población china en la región y alojar a los miles de chinos que venían a buscar riqueza en aquellas tierras que sus dirigentes les habían prometido, se construyeron hoteles, grandes almacenes, Bares, discotecas y cientos de burdeles etc. Todo en aras de una nueva civilización y el fin de toda reminiscencia de la cultura tibetana. Se respetaron algunos monasterios o palacios para que los turistas la mayor parte chinos pudieran ver como vivían en aquel país antes de que ellos lo liberaran de la opresión del Dalai Lama y sus seguidores.
Hoy en día la milenaria lengua tibetana esta en franca minoría en el Tíbet y solo se conserva en el mundo por el esfuerzo que el Dalai Lama y los miles de exiliados hacen por conservarlo fuera de su amado País.
Bien eso es todo por ahora en esta segunda entrada del Blog. Pensar mis queridos amigos de España si esta historia hubiera ocurrido en vuestro país, en vuestra querida España, esta España vuestra… (Y sigue la letra de Cecilia). ¿Cómo os sentiríais?
Yo, os lo cuento en mi tercera entrada a mi blog. Hasta entonces.
Como información, siempre que cuelgo mi bandera independentista en mi balconada, pongo al lado la de ese amado y lejano País, el Tíbet, pues quiero que sepan que ellos tampoco están solos.

Ramon Feixa i Jové

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